LOS REINOS ELEMENTALES





Se dice que los Reinos Elementales representan las Fuerzas Internas Espirituales de los 4 elementos. Se muestran como imágenes que las gentes han construido a lo largo de muchos cientos de años y que han asumido una vida separada propia. Algunos son sumamente visibles, y el antiguo pueblo Celta recoge muchos relatos de los Gnomos, Hadas, y Duen- des, o las “Personas Pequeñas,” como los irlandeses a menudo los llaman. Todos estos son parte del elemento Tierra. Menos comúnmente conocidos son los Silfos, las Salamandras y las Ondinas, que son parte de los elementos Aire, Fuego y Agua respectivamente. Cada Reino Elemental reside bajo la direc- ción de un Rey Elemental, quien a su vez sirve a uno de los 4 grandes Arcángeles. Junto controlan los esquemas del clima del mundo. Los elementales son criaturas traviesas, quienes se dice que son tan encantadores, que pueden conducirnos al olvido de nuestro propio destino en tierra. Pero en verdad esto simplemente significa que la obsesión – como con cualquier cosa- puede tentarnos a vivir en un mundo de fantasía de sue- ños y falsas promesas, dejándonos incapaces de confrontar y manejar nuestras vidas cotidianas. No obstante, el contacto con ellos no solo es inevitable, sino profundamente enriquece- dor y, cuando se les trata con amor, respeto, adecuado control, pueden reforzar la magia de nuestras vidas al habilitarnos para verdaderamente ver y entender la imponente belleza interna y el poder de los 4 elementos que nos dan vida; y a cambio, nosotros por nuestro contacto con estos Seres, pode- mos asegurar su existencia continuada. Los poderosos elemen- tos de Aire, Fuego, Agua y Tierra son el dominio de los reinos Elementales tanto como lo son de nosotros, y se dice que tan sólo con la protección de los Arcángeles, y el permiso de los Reyes Elementales, que podemos conservar cualquier seme- janza de control. Aunque los escépticos despacharían su des- cripción como puros vuelos de fantasía, se nos dice por quie- nes creen, que los Reyes de los Elementales y sus reinos son parte intrínseca de nuestra herencia. Ellos comparten nuestra existencia, y su espíritu vive dentro de nuestras propias natu- ralezas tan ciertamente como nosotros experimentamos su naturaleza exterior.


                                            LOS CUATRO ELEMENTOS



En tiempos antiguos se tomó considerable nota para la comprensión de los elementos, puesto que se les considera- ba los ladrillos de construcción del Universo, y muchos creye- ron que ellos eran parte también de su estructura básica pro- pia. Los Sabios de esos tiempos los vieron como un reflejo del universo. Estudiaron las estrellas y la naturaleza, y utilizaron la información que reunieron como un método para compren- der a su Creador y sí mismos.
Todos nosotros ahora vivimos entre naturaleza, aún quienes viven en pueblos y ciudades, y a la mayoría de noso- tros nos tranquiliza caminar por el campo o a lo largo de la playa. Pocos de nosotros se toman el tiempo para verdadera- mente estudiarlos, pero si nos interesamos en seguir estas creencias antiguas, hallaríamos que la misma naturaleza con- tiene la clave de mucho conocimiento interno sobre nuestra propia naturaleza, y la parte que desempeñamos en el gran Plan Cósmico.
Cada día nos calentamos con Fuego, Nos bañamos con Agua, Sentimos el Viento en nuestros cabellos, Caminamos sobre la Tierra.
Muchos se pasmarían al darse cuenta que esos mismos ele- mentos se pueden interpretar como funcionando dentro de nosotros.
Estamos hechos por las mismas leyes, y estos ele- mentos no sólo se sienten alrededor de nosotros, sino que muy ciertamente se pueden expresar a sí mismos en muchas formas dentro de nuestra naturaleza. A causa de esto los elementos son considerados por algunos como muy importantes y, por analogía, se pueden comparar como sigue:

Fuego = Deseo Agua = Emociones Aire = Pensamiento Tierra = Estabilidad
Hay muchos dichos que han resultado de estos, y no es por accidente que oímos cosas tales como:
Las Llamas de la Pasión (FUEGO) Ahogados por la Emoción (AGUA) La Brisa fresca de la Razón (AIRE) Sólido como una Piedra (TIERRA)
Y hay muchas analogías más, si nos interesamos en pensarlas. Mientras más estudiamos la naturaleza, y la compa- ramos con nosotros, más podemos saber y quizás aprender y a entendernos, y lo especial de nuestra propia individualidad.
¿Alguna vez deseó saber porqué decimos “Dios el Padre,” y llamamos al mundo en que vivimos como “la Madre Tierra”?
La naturaleza se puede considerar como la Novia y el reflejo de la Creación. El Padre es el Creador, la Madre es quien alimenta a todo lo que se manifiesta en la Tierra – am- bos funcionando en polaridad perfecta. Se nos dice que todo en la naturaleza está hecho con los 4 elementos básicos, y vale la pena examinar cómo esto puede afectarnos también.




INVOCACION A TODOS LOS ESPIRITUS ELEMENTALES


¡Espíritus Elementales, acérquense a mí! Gnomos, compartan su humor conmigo. Ondinas, jueguen en mi presencia.
Silfos, que la brisa me acaricie. Salamandras, muévanse en las llamas de las velas. ¡Espíritus Elementales, Gracias por venir! 



Las Razas Elementales



SALAMANDRA. Fuego. La cábala las considera co- mo el espíritu elemental compuesto de las más sutiles partes del fuego.
Farisilles (masculino), Shallones (femenino).
Dirigen el elemento fuego; lo controlan. Trabajan du- rante las tormentas, tratando de orientar los rayos cuando se producen. Después de haber cumplido el período terrestre dentro de su línea, se transforman en:
Farrallis o líderes en su área; trabajan como maes- tros. Aspiretes son los ejecutores de los planes elaborados; controlan varios elementos. Hiarrus son como una especie de gobernadores; elaboran los planes a ejecutar. Ra-Arus es la máxima categoría dentro de la línea de los elementales y sería la misma que dentro de los humanos tienen los arcángeles.

ONDINAS. Agua Espíritu elemental del agua de carácter similar al de las sirenas. A la luz de la cábala, dice que “están poseídas de un espíritu maléfico que les hace atrae a sus víctimas a las profundidades de las aguas”. Son de una gran belleza. Ondinas (femenino), Wallanos (masculino). Aman el agua y se encuentran en sus profundidades, dirigen grupos de Minutes, que trabajan continuamente, guiando el agua por su cauce natural y hasta su salida al mar. 


NEREIDAS o Hadas del Mar Nerenes (masculino), Ensines (femenino).
Son las que controlan las aguas del mar, sobre todo cuando hay tormentas, ya que sin su trabajo el efecto del agua en las costas sería devastador. Prestan gran ayuda al hombre, sobre todo en alta mar. Miden alrededor de 5 cm. Permanecen l año en plano físico y 100 años en plano astral. Trabajan en grupos y forman dentro de estos, sub-grupos. Tienen ya un poco de conciencia y forman parejas. En las parejas de los ele- mentales se intercambian poder.

SILFIDES o Céfiros. Aire Ayuda en los planos men- tales. Son las que controlan los vientos. Así como en el agua, hay canales invisibles para nosotros que corresponden a los vientos.
Cuando el aire se descontrola y produce una tempes- tad, causa estragos no sólo para el hombre sino también para las hadas que trabajaban. Esto se produce cuando elementales de baja frecuencia vibratoria atacan por sorpresa y logran de- rribar a las hadas que estaban dirigiendo al viento. Son las más grandes en estatura.

ELFOS Tierra. Los elementales de Tierra es el grupo más numeroso y de mayor clasificación. De entre ellos desta- camos:
Elfos. Trabajan alejados del hombre, generalmente en los claros de los bosques o montañas. Guían en sus tareas a los congéneres de niveles inferiores. Generan círculos de po- der y trabajan dentro de ellos. La belleza de sus cuerpos está en función del poder adquirido a base de esfuerzo. Están alrededor de 500 años en plano físico; deciden cuándo volver, pero rara vez lo hacen antes de los 5000 años.
Los Gnomos, trabajan el suelo y las raíces de los árboles dándoles poder. Hacen sus casas en los troncos de los árboles. Los duendes: son los más traviesos y conocidos por los humanos. 




                                                              INVOCACION A LOS ELEMENTALES




Marca un circulo en deosil (deosil significa en la di- rección de las manecillas del reloj). Si ya tienes tu áthame (la daga) o la espada, trázalos con ello, es lo recomendable. Si aun no los tienes busca una vara de árbol – sin arrancarla – y hazlo con ella.
Invócalos con la oración que hay al comienzo de la página. Después invoca al elemental que con el que desees conectar.
Traza por tres veces el círculo en Deosil.
 Ten listo una representación de cada uno de los cua- tro elementos. Busca la caída de la tarde para los elementales de la tierra, la noche para el fuego, el amanecer para el aire y el mediodía para el agua, aunque esto no es obligatorio pero te ayudara si es tu primera vez.
Ten preparado un regalo, algo realizado con tu ma- no. No debe ser costoso, pero debería ser representativo del elemental al que invoques. No es lo mismo regalo que ofrenda ya que esta es algo a lo que ellos se sienten atraídos, mientras que el regalo está elaborado con algo que representa el ele- mento.
Saluda, se siempre correcto con ellos, trátalos bien y serán tus amigos, y no pidas lo que no estés dispuesto a retri- buir.
Cuando termines, declara el círculo abierto pero nunca roto.
Se comienza formando un círculo cerrado como pro- tección al oficiante, para que no entre nadie “no invitado” a interferir. Por eso al terminar se abre el círculo. En magia la energía no se puede romper. Ese es un término material (tra- bajar la materia). Se abre un circulo para salir, se cierra para proteger, nunca se debe romper eso implicaría violencia y se volvería contra nosotros.


ELEMENTAL AIRE 


Invocación
Espíritu de la luz, espíritu de la sabiduría, cuyo so- plo concede y toma la forma de todas las cosas. Tú para quien la vida de los seres es sombra mudable y niebla que se desva- nece. Tú que levantas las nubes y vuelas sobre las alas de los vientos. Tú que aspiras y pueblas los espacios sin fin. Tú que aspiras y cada cosa creada por ti a ti retorna, motor eterno en la eterna quietud, se por siempre bendito. Nosotros te alaba- mos y te bendecimos en el reino cambiante de la luz creada, de las sombras, de los reflejos de las imágenes; aspiramos férvi- damente a y tu mudable y eterno esplendor. Deja que penetre hasta nosotros el brillo de tu inteligencia y el calor de tu amor: entonces lo que es movible se detendrá, la sombra se conver- tirá e cuerpo, el espíritu del aire en un alma, el sueño en un pensamiento. Y no seremos ya arrastrados por la tempestad sino que sostendremos sólidamente por la bridas los caballos alados de la mañana, y dirigiremos el curso de los vientos para volar delante de ti ¡Oh espíritu de todos los Espíritus, eterna alma de las almas, soplo inmortal de vida, aliento creador, boca que aspiras y respiras la existencia de todos los seres en el fluir y refluir de tu eterna palabra, que es el divino océano del movimiento y de la verdad!


ELEMENTAL AGUA 


Invocación
Tremendo rey del mar que sostienes en tus manos las llaves de las cataratas de la tierra. Rey del diluvio y de la lluvia primaveral. Tú que abres los manantiales de los ríos y de las fuentes; tú que mandas en la humedad sangre de la tierra y le ordenas que se transforme en linfa de las plantas, nosotros te imploramos y te invocamos, nosotros que somos tus móviles y mudables criaturas. Háblanos de los grandes movimientos de los fondos del mar y temblaremos delante de ti; háblanos del murmullo de las aguas límpidas y buscaremos tu benevolencia. Inmensidad en la que confluyen todos los ríos del ser, que en ti renace eternamente. ¡Océano de infinitas perfecciones! Altitud vertiginosa que te reflejas en el abismo. Abismo que en la altitud te exaltas, guíanos hacia la verdadera vida con conocimiento y con amor. Guíanos a la inmortalidad a través del sacrificio, para que un día podamos ser juzgados dignos de poder ofrecer el agua, la sangre y las lagrimas para la remisión de los pecados. 

ELEMENTAL FUEGO


Inmortal, Eterno, Inefable e Increado padre de todas las cosas, que sin cesar eres transportado sobre el rodante ca- rro de los mundos en un perpetuo girar. Dominador de los etéreos reinos donde se levanta el trono de tu poder desde el cual tu tremenda mirada todo lo ve y tus santos oídos todo lo oyen. Socorre a tus hijos que amaste desde el principio de los siglos : porque tu grande, aurea y eterna majestad brilla sobre  el mundo sobre el cielo, y sobre las estrellas y estas elevado sobre todo, oh fuego escintilante y te iluminas a ti mismo con tu esplendor; y de tu esencia incorruptible emanan rayos de luz que nutren tu infinito espíritu, aquel que produce todas las cosas, y aportas el tesoro inagotable de sustancia siempre dis- puesta para la creación que te circunda, y se apropia de las formas de las que tu desde el principio las has impregnado. En este espíritu tienen su origen los reyes santísimos que circun- dan tu trono y forman tu corte ¡Oh padre Universal! ¡Oh úni- co! ¡Oh padre de los felices mortales e inmortales! Tú creaste en particular las potencias que son maravillosamente semejan- tes al eterno pensamiento, de tu adorable esencia. Tú las esta- bleciste sobre los ángeles, tú creaste un tercer rango de sobe- ranos en los elementos. Nuestro eterno ejercicio es adorar tus deseos y cumplirlos. Nosotros nos quemamos en el deseo de poseerte ¡Oh Padre! ¡Oh Madre la más tierna de las madres! Oh maravilloso ejemplo de sentimiento y de ternura de las Madres. ¡Oh Hijo flor de los hijos! ¡Oh forma de todas las for- mas! Anima, espíritu, Armonía y Nombre de todas las cosas, custódianos y seremos benditos.
 

ELEMENTAL TIERRA



Invocación
Rey invisible que has tomado la Tierra por sostén, que has abierto los abismos para henchirlos con tu potencia; tú, cuyo nombre hace temblar las bóvedas del mundo; tú, que haces correr los siete metales por las venas de la tierra; Monar- ca de las siete luces, remunerador de los obreros subterráneos, llévanos al aire deseable y al reino de la claridad. Nosotros velamos y trabajamos sin descanso, buscamos y esperamos por las trece piedras del Círculo Sagrado, por los tesoros que están enterrados, por el clavo de imán que atraviesa el centro del mundo. Señor de la tierra: ensancha nuestros pechos, le- vanta nuestras cabezas; engrandécenos. ¡Estabilidad y movi- miento! ¡Día envuelto en la noche! ¡Blancura perfecta! ¡Oscuri- dad velada por la luz! ¡Esplendor Dorado! ¡Corona de vivien- tes y melodiosos diamantes! Tú, que llevas el cielo en tu dedo como una sortija de zafiro; tú, que escondes bajo tierra, en el reino de la pedrería, la simiente maravillosa de las estrellas, vive, reina y sé eterno dispensador de las riquezas de las que nos hemos hecho guardianes. ¡Ayúdanos! 



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